6.6.14

Las palabras de Juana Belén.


“…Así nuestro campo de acción está en México, y la batalla hemos de librarla nosotros, los mexicanos…”



Por: Sofía Magallanes.
El 27 de enero de 1875 nace en San Juan del Río, Durango Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, su espíritu revolucionario la llevaría a conocer a fondo los más imperantes problemas de la raza mexicana. Juana Belén publicó varios libros: ensayos sobre problemáticas sociales, cuentos para niños y poemarios. Escribió durante toda su existencia, sus textos  en "Vésper" el periódico al que dio vida, fueron permanentemente combativos, no tenía, ante la dictadura del general Porfirio Díaz, más que un puñado de letras, unas cuantas palabras que la definían.

Escogió para su periódico el nombre que le recordaba al hijo perdido: "Vésper", la estrella de la mañana que tanto señalaba el pequeño, un nuevo día, el despertar que anhelaba para los mexicanos. La estrella que sacaba sonrisas a Santiago luego sería la misma que emocionó a otro periodista como Juana Belén y también liberal: Santiago de la Hoz, el "Poeta de la revolución",  quién vivió el exilio junto a ella y quien seguramente recordaba a Juana el temple de su padre, Santiago Gutiérrez, forjador de metales de quien nuestra sanjuanera aprendería a pasar por fuego aquellos gajos sin sentido, a moldear, como las palabras, a depurar entre las llamas que sólo abrazaban a mujeres y hombres que buscan el cambio, la revolución.



Otro Santiago marcarían su senda, esta vez un compañero zapatista, Santiago Orozco, que compartió el peligro de la guerra en el sur del país y a quién luego Juana Belén le dedicaría las colonias agrarias que fundó.

Santiago, el camino del santo, la ruta ineludible del sacrificio, Santo- Yago, Santiago, patriarca que funda pueblos, para Gutiérrez de Mendoza, Santiago fue camino, trajinar y penitencia, el compañero en la rua larga que conlleva a cambios sociales, al despertar, al Vésper mexicano.

Dicen que nombre es destino, Juana Belén Gutiérrez de Mendoza fue encerrada en numerosas ocasiones por sus señalamientos en el periódico que dirigía. Ante sus palabras, el porfiriato ofreció las rejas de la cárcel de Belén, ante el timbre incansable de su voz, el poder regresó castigo, ante su escritura, que la hizo danzar como pluma en el silencio, el régimen opuso reclusión y aún hoy le impone la mudez por el olvido, sello que cancela la voz, que cierra la boca de aquellas que se han atrevido, que han hablado tenaz, poderosamente, que han escrito con su vida.




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